La religión yezidi se basa en la teoría del ángel caído, sólo que interpretada a la inversa.
Según los relatos yezidíes de la creación, Dios creó primero de su propia iluminación a Melek
Taus, y otros seis arcángeles fueron creados después.
Cuando Dios creó a los otros arcángeles les ordenó traerle el polvo de la tierra, para construir
el cuerpo de Adán. Después Dios dio vida a Adán de su propia respiración y mandó a todos los arcángeles para reverenciar a Adán. Ellos obedecieron, con excepción de Melek Taus, que se rebeló y se
negó. Al preguntarle Dios el por qué, Melek Taus le contestó: "¡cómo puedo someterme a otro ser! soy de tu iluminación mientras que Adán fue hecho del polvo".
Este acto de orgullo hizo que Dios enviara a Melek Taus al Infierno. Los yezidis apoyan firmemente y sin fisuras la actitud que mantuvo, pues piensan que fue un acto de amor hacia su Creador.
Melek Taus pasó 7.000 años en el Infierno, y con las lágrimas que derramó por haber sido repudiado por Dios, apagó las llamas del averno.
Entonces, después de arrepentirse por no haber cumplido el mandato Divino, Dios lo perdonó y al ser el más poderoso arcángel, lo volvió a colocar como líder de los siete ángeles encargados de comandar el universo. Porque, para los yezidis, Dios se limitó a crear el universo y, una vez acabada su obra, se retiró y delegó el dominio del cielo y de la tierra a esos siete ángeles, capitaneados por Melek Taus.
Según los yezidis pues, el diablo es ahora quien gobierna el mundo, y es a quien se debe venerar, al que los yezidis representan con la figura de un pavo real.